161022-azucar-chocolate-generan-adiccionEl azúcar es adictivo… nadie puede negar que los dulces poseen un misterioso poder de atracción que nos vuelve locos. La primera reacción al ver dulces es la de querer comerlos. Están por todos lados, tiendas, anuncios de televisión, en casa, en el trabajo… Pero seguramente tú también has sentido algo en nuestro cuerpo, que nos dice que no debemos comerlos.

Nuestro cuerpo es sabio, y los alimentos provocan respuestas en nuestro organismo. El ejemplo más evidente sería comer un alimento en mal estado. Nos provoca diarreas y vómitos casi de inmediato. Entonces, ¿cuál es ese misterioso poder que tienen los dulces y el azúcar en concreto? Vamos a explicarlo poco a poco, de manera sencilla, para que puedas comprender que los dulces provocan adicción pero que son muy dañinos a largo plazo.

 

Los dulces nos hacen sentir bien

Debéis saber que el azúcar, y los alimentos dulces, generan una adicción. Al comerlos nuestro cuerpo activa las llamadas señales de recompensa del cerebro, las dopaminas. Es decir, nuestro cerebro al comer dulces manda señales al resto del cuerpo de que ese alimento es muy placentero. Y ese comportamiento que genera placer se queda grabado. Cuando volvamos a comer, nuestro cuerpo reconoce ese placer y lo amplifica. De este modo, con el tiempo, se crean las adicciones. De hecho, el poder de los dulces es tan grande que no necesitamos comerlos para que se active la señal de recompensa. Simplemente al verlos ya nos volvemos locos, y nuestro cerebro te dice «cómelo» .

Nuestro cerebro activa una serie de «recompensas» cuando comemos azúcar o alimentos dulces. Son las llamadas dopaminas. Por eso nos parece que los dulces son tan buenos.

El primero en estudiar estos efectos a finales del siglo XIX fue Ivan Pavlov. Es posible que conozcas el experimento con sus perros, a los que daba comida cada vez que hacía sonar una campana. Con el tiempo, esos perros asociaban el sonido de la campana (un estímulo) con la comida y activaban las señales de respuesta, empezando a salivar preparándose para la digestión, incluso sin ver la comida. Es el sistema de estímulo-respuesta de Pavlov.

el azucar es adictivo como la cocaina

Según los escáneres cerebrales, el azúcar es tan adictivo como la cocaína

Neurotransmisores

Nuestro cuerpo funciona de la misma manera. Las dopaminas son neurotransmisores, es decir, son sustancias que usa nuestro cerebro para crear estados de ánimo. Estas señales nos ayudan a reaccionar a estímulos y así nos adaptamos a los cambios del ambiente. Son unas de las claves de que el ser humano haya llegado hasta nuestros días. El estímulo en este caso son los dulces y la respuesta es la recompensa en el cerebro, que se amplifica a medida que comes más. Así, al ver dulces en la televisión, nuestro cerebro inmediatamente segrega las dopaminas, las recompensas, y sentimos que necesitamos comernos los dulces.

Como podéis ver, tenemos en nuestro interior una máquina de recompensa muy poderosa, que se alegra cada vez que comemos dulces. Y es muy peligroso porque el azúcar es tóxico, así que necesitamos aprender a controlarlo, aunque lamentablemente no es nada fácil escapar de las garras del chocolate o de los pasteles…

Por qué el azúcar es adictivo

La respuesta parece bastante simple y obvia una vez reflexionas sobre el tema. Como hemos comentado más veces, nuestro cuerpo, el homo sapiens, está desarrollado para vivir como lo hacían nuestros antepasados hace miles de años. La evolución digamos que se ha quedado parada en este sentido, con la agricultura, la ganadería, la vida en sociedad más o menos moderna. Ya no tenemos que ir a buscar el alimento a los árboles o ser nómadas como nuestros antepasados.

Si nos guiamos por este patrón, podemos ver que hay pocas cosas dulces en la naturaleza que nuestros antepasados pudieran comer. La fruta es lo más dulce que existe en la naturaleza. Y la fruta es de los mejores alimentos que podemos encontrar. Está cargada de nutrientes esenciales, de minerales, de agua que nos hidrata y nos aporta la cantidad justa de calorías… En definitiva, es el alimento perfecto, así que lógicamente nuestro cuerpo lo quiere, lo busca y lo come. Nuestros antepasados asociaban el sabor dulce con alimentos nutritivos, como las frutas.

Los dulces actuales no son alimentos de calidad

Pero llega un momento en que el ser humano empieza a desarrollar técnicas para refinar azúcar puro de algunos vegetales, especialmente de la caña de azúcar y de la remolacha. Recordar en este punto que el azúcar es el nombre común de la sacarosa, que explicamos en el artículo de carbohidratos y azúcares. Nuestro cerebro se enfrenta por primera vez a una sustancia nueva, extremadamente dulce. No existe en la naturaleza nada tan dulce. Nuestro cerebro piensa que algo tan dulce tiene que ser el mejor alimento, el alimento definitivo, y nada más lejos de la realidad.

El azúcar es tóxico, incluso en cantidades bajas. No hay más que hablar. Está demostrado en infinidad de artículos científicos. Nuestro cuerpo no está preparado para comer una cantidad grande de azúcar. La cantidad recomendad por la OMS es de alrededor de 20 gramos por día, o un 10% de las calorías necesarias diarias.

Nuestros antepasados asociaban el sabor dulce a alimentos de gran calidad, y desarrollaron el sistema de recompensas de los dulces. Nosotros hoy en día seguimos siendo igual, pero los alimentos han cambiado.

Otras sustancias que generan adicciones

No me voy a extender en otras sustancias que generan adicciones, pero todas tienen un punto en común, provocan la misma reacción en nuestro cerebro: activan la recompensa de las dopaminas. Podemos incluír drogas como cocaína, heroína o cannabis, el tabaco o el alcohol. Todas hacen sentir bien, a pesar de ser muy tóxicas. Es un problema muy grave. Otros medicamentos como antidepresivos también puede generar adicciones.

Otros neurotransmisores: noradrenalina, serotonina e histamina.

Los neurotransmisores son un grupo diverso de sustancias. Todas se segregan en el cerebro con la función de provocar un cambio en el cuerpo para adaptarse al ambiente. Son las sustancias de los sentimientos como la ira, felicida, depresión, etc. Se conocen varias, con funciones diferentes, aunque probablemente queden muchísimas todavía por descubrir. Quizá te suenen algunos de sus nombres, vamos a ver algunas rápidamente:

Quizá conozcas a su hermana mayor, la adrenalina (cuidado no confundirlas). Es una de las sustancias que prepara al cuerpo ante una señal de estrés o peligro inminente. Nos ayudan a fijar la concentración en lo que estamos haciendo. Su desequilibrio está asociado a trastornos de hiperactividad o déficit de atención.
La llamada «hormona del placer», la que segrega el cerebro después de un estímulo placentero, como la eyaculación o hacer deporte. Mediante esta sustancia el cerebro reconoce cuáles son los estímulos que nos provocan placer, de modo que en el futuro los repetimos. La luz solar también afecta a los niveles de esta sustancia, y está relacionada con los cambios de ánimo entre invierno-verano.
Las personas que tengan alergias la conocen de sobra. Es la que provoca la respuesta del cuerpo frente a alérgenos. Esta sustancia es la que inicia la cascada de reacciones y activa las defensas de nuestro cuerpo, que finalmente deriva en irritación de ojos y de vías respiratorias, inflamaciones de tejidos, etc. Los fármacos antihistamínicos bloquean esta sustancia, e impiden que se inicie la alergia.

El campo de los neurotransmisores es muy complejo, y no es mi especialidad, aunque trabajo con metabolismo del cerebro. Aquí os dejo unos enlaces a páginas interesantes, pero están en inglés.

Factores que influyen en nuestro cerebro

jerarquia necesidades de maslow

El psicólogo americano A. Maslow se dedicó a clasificar las necesidades humanas según su prioridad

Como hemos comentado, vivimos en general en una sociedad hiperestimulada. Cada segundo de nuestras vidas hay algo que nos estimula, y nuestro cerebro tiene que adaptarse continuamente. El cerebro clasifica los estímulos en función de la importancia, y genera una respuesta priorizada para adaptarse a la situación. Los hay más importantes que otros evidentemente. Y siempre antepone la supervivencia, el miedo a morir, ante cualquier otro estímulo. Un ejemplo claro: aunque tengamos mucha hambre, si tenemos un accidente, nuestro cuerpo reacciona y antepone nuestra supervivencia al hambre, activando señales más poderosas en el cerebro que ocultan el hambre hasta que se solucione la situción.

Una escala de prioridades se puede organizar según la pirámide de Maslow, que estoy convencido de que conoces, aunque no te suene de nada su nombre. Según esta escala, se antepone la supervivencia por encima del resto, y deja al final la autosatisfacción.

Cada persona es un mundo: niveles de adicción

Por tanto, todo este mecanismo del cerebro puede ser activado por cualquier cosa y no es exclusivo de los alimentos o de los fármacos. Estímulos tenemos cada momento y cada segundo de nuestras vidas, y nuestro cerebro se encarga de identificarlos, clasificarlos, asignarles una prioridad y reaccionar en consecuencia. Hay estímulos racionales como los sabores, los olores (determinadas fragancias que nos evoquen personas queridas, por ejemplo) o el tacto de determinadas cosas. Los hay más irracionales como los videojuegos, internet, las redes sociales, etc. Pero también los hay extremadamente irracionales, estímulos absolutamente únicos, como los que han ido saliendo en programas dedicados a adicciones raras del tipo My Strange Adiction.

Las adicciones tienen muchos niveles, desde un simple «esto me gusta» controlable al «no puedo vivir sin esto» obsesivo, compulsivo, y que tiene que ser tratados por psiquiatras y medicamentos. El ejemplo claro son las drogadicciones. Y la adicción al azúcar no es diferente, hay muchos niveles de adicción, desde personas que no comen en absoluto hasta personas con trastornos alimenticios extremos y en consecuencia obesidad mórbida.

Es importante no estigmatizar nunca a una persona con adicción ni al trabajo de los psiquiatras y psicólogos. El objetivo final es curar las adicciones y necesitan comprensión y ayuda.

Nuestro cerebro está continuamente buscando el equilibrio

Neurotransmisores y hormonas están todas relacionadas, y funcionan de manera que se regulan unos a otros. Nuestro cerebro busca constantemente un equilibrio en las cantidades de todas estas sustancias, para adaptarnos a la situación del momento. Si estamos en casa sentados en el sofá, la mezcla de sustancias no es la misma que si estamos corriendo en un parque. Y aún menos si estamos corriendo porque nos persigue un león en la sabana africana.

Absolutamente todo lo que tenemos a nuestro alrededor nos provoca cambios y azucar modifica rutas neuronaleshace que nos adaptemos. En los tiempos actuales, en los que llevamos encima el smartphone, estamos hiperestimulados. Y bajo estrés, nuestro cerebro puede estar fácilmente en una situación de desequlibrio. La mezcla de carga laboral, carga familiar, cargas emocionales, provoca que nuestro cerebro sea más vulnerable y se adapte peor a los cambios. De este modo nos volvemos menos productivos, menos afectivos, menos empatizantes y más estresados. Y en este estado de vulnerabilidad es cuando más fácilmente pueden aparecer las adicciones.

El azúcar hace olvidar problemas

En caso de estrés, es probable que nuestra mezcla de sustancias esté muy desequilibrada. Y puede ser que el cerebro alivie el estrés mediante una adicción. En el caso del azúcar, al comerlo elevamos los niveles de dopaminas y de serotonina. Si estamos en desequilibrio por estrés, el placer del dulce sobresale. Cuando volvamos a estresarnos, nuestro cuerpo recordará que comiendo dulces se liberan sustancias de placer, y por tanto nos conducirá a comer dulces. Ni siquiera necesitamos ver una foto, puesto que el cerebro directamente evoca ese estímulo placentero.

En este caso no hemos reparado el problema, los estímulos desequilibrantes siguen estando, simplemente los tapamos comiendo dulces. O fumando. O bebiendo… o cualquier otra adicción. Esto parece muy lógico, ¿verdad?

La industria alimenticia lo sabe, y abusa de nosotros para sus propios intereses

Esta es la realidad con la que nos tenemos que enfrentar a diario. Los dulces nos hacen sentir bien, generan adicción y no somos conscientes. Así que es el caldo de cultivo perfecto para que abusen de todos nosotros. La industria alimenticia juega con nuestros sentimientos. Nos hace creer que los productos dulces son maravillosos y nos bombardean con anuncios en cada circunstancia de nuestras vidas. Y lo hace porque sabe que vamos a responder, porque llevamos dentro una poderosa arma de adicción. Los dulces nos hacen sentir bien… Estamos perdidos!!!!

Recordad: especialmente crítico es el caso de los niños, todavía en etapa de desarrollo. En ellos el efecto de los dulces es peor que en adultos.

Conclusión

Espero haberos ayudado a entender que el azúcar es adictivo y los dulces no son buenos. Son una droga en todos los sentidos. Y son muy dañinos para nuestro cuerpo, por eso hay que intentar no caer frente el azúcar. Pero tenemos un enemigo en común, la industria alimentaria. Con sus bebidas azucaradas, todos los azúcares añadidos en las comidas prefabricadas, etc, nos intentan vender que son alimentos sanos y nutritivos… Nada más lejos de la realidad!!

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